Noviembre



14 de noviembre

Cúspide de la revelación es el Sagrado Corazón

Si el soldado romano vio a Jesús ya muerto, ¿por qué le clavó la lanza en el costado? Para que, de acuerdo con la profecía de Isaías, pudiéramos “mirar al que traspasaron”. La revelación del Sagrado Corazón es “la cúspide del cristianismo, y aun del mundo” (Benedicto XVI). Sintámonos muy afortunados de conocer esta revelación, que nos descubre a un Dios todo amor.



15 de noviembre

Bienaventurados los pobres de espíritu

La Biblia habla de “los pobres de Yahvé”, los anawim. No se trata solo de pobreza material, sino también de saberse indigente, necesitado de Dios. Por eso tiene mucho que ver con la humildad: si tengo a Dios no necesito mi enaltecimiento, porque lo tengo todo. La libertad del corazón es requisito para ser contemplativo, y en esa dirección siempre podemos crecer.



16 de noviembre

Volver a asombrarnos con la Sagrada Eucaristía

Meditamos el himno Adoro te devote, con el que buscamos encender nuestra fe y nuestro amor al Dios oculto en el pan. Descubrimos más y más al Dios escondido al percatarnos que es lo más importante del mundo. El que está ahora escondido es el mismo que veremos, de modo ya manifiesto, en la eternidad. Si no adoramos este misterio, corremos el peligro de banalizar el Misterio, y acabemos fallando en nuestra correspondencia.