Oración en general



María me enseña a orar

En la primera comunidad cristiana, María perseveraba con los apóstoles en la oración. Y persevera ahora también con nosotros, acompañándonos, animándonos, y siendo nuestra maestra. Nadie mejor que María, porque la oración consiste más en un ejercicio de amor que de cabeza. Nos enseña también la oración de escucha y la contemplación, y nos introduce en la intimidad con Cristo.



Jesús enseña a ser orante

Jesús revela el hombre al propio hombre. Y Él vive orando, y nos enseña cómo orar: “Cuando ores, entra en tu aposento, y después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está ahí en lo secreto” (Mt 6, 6). Nuestro aposento es la parte profunda de nuestro yo, pero el problema es cerrar la puerta. Santa Teresa habla del “mucho trabajo” que eso supone para las almas desparramadas.



Continuo diálogo

Antes que con palabras, Jesús nos enseña con su ejemplo. “Se levantaba muy de mañana, cuando aún estaba oscuro, yéndose a lugares solitarios para orar”. Nuestra grandeza es ser interlocutores de Dios. Pero tenemos un riesgo casi imperceptible: el miedo al vacío, que buscamos llenar con imágenes y sonidos. El reto durará toda la vida.