Pecado



Del amor de Cristo me separa el pecado

¿Qué me separará del amor de Cristo?, pregunta san Pablo. Sabemos que nada… excepto el pecado. Existe en el mundo, en los demás, pero también en mí. Debo reconocerlo, ubicándome en la verdad y reconociéndolo humildemente en el sacramento de la confesión. Revisar si tenemos ahí la actitud de verdadera contrición, o se convierte en un formalismo, en un desahogo o en el oscurecimiento de Aquel a quien ofendimos.



Sensibilidad ante el pecado

Si el proyecto de Dios era para vivir en el amor, el pecado es negarse a esa unión amorosa. El hombre expulsado del paraíso, refleja esa situación: ser “echado fuera”, “vivir en las tinieblas”, escuchar del Señor “no te conozco”. Ante un mundo en que se ha difundido el pecado mucho más que el coronavirus, no perdamos la sensibilidad. Ejemplo del santo Cura de Ars respecto al baile.



Rechazo del pecado

Se impugna a Dios por el mal en el mundo, olvidando que la causa de todo mal es el pecado. Del cosmos (orden, belleza) original, al caos. No se peca impunemente: se introduce el desorden en el equilibrio maravilloso de la creación. La ofensa infinita que supone el pecado mortal debe llevarnos a pedir la muerte antes de cometerlo.