Filiación divina



Hijos de Dios movidos por su Espíritu

La carta a los Romanos habla en profundidad del designio de Dios para las creaturas racionales: comunicarles la vida divina, hacernos hijos de Dios. Y que todo ese proyecto inaudito del Padre tiene lugar a través de Cristo, ya que participamos de esa única Filiación. San Josemaría repetía que ese debía ser el fundamento de nuestra vida espiritual, proporcionarnos alegría y paz.




Dios nos engendra hoy

El salmo 2 nos recuerda el prodigio que supone la gracia santificante: nuestra divinización. Misterio oculto por los siglos, que nos permite un trato íntimo con la Trinidad y que otorga a nuestras obras proyección eterna. Valorar el don, cuidar que no decrezca y acrecentarlo.



Padre bueno

Meditar la vida de Jesús es camino de verdad y de salvación. Esa vida comienza en el vientre de María, y en esa Alianza definitiva descubrimos nuestra identidad: ser hijos de Dios, amados incondicionalmente por un Padre bueno. Pidamos el don de piedad, para comprender y vivir esta asombrosa realidad.