30 de diciembre
Libres para amar
La liturgia de la Palabra del 30 de diciembre nos invita a huir de las esclavitudes, especialmente del dinero. Jesús lo ejemplifica eligiendo la pobreza, tal como vemos estos días en la enseñanza navideña. Él pide la renuncia a todo lo que se posee, pero a cambio nos da su propia Persona, la plenitud de su Amor.
Bienaventurados los pobres (vaciar el corazón y llenarlo de Dios)
El misterioso Rabí había comenzado invitando a la conversión y anunciando la cercanía del Reino. Pero en un momento dado presenta su programa de felicidad: las Bienaventuranzas. Comienza por el de la pobreza de espíritu, que supone vaciar el corazón para que Dios tenga cabida. Por eso, “si el espíritu de pobreza se resquebraja, es que va mal toda la vida interior”.