Pureza de corazón



Bienaventurados los limpios de corazón

Las Bienaventuranzas están en el centro del mensaje de Jesús. Son fórmulas para alcanzar la santidad: tengámoslas muy en cuenta. Nuestro corazón no es puro, y por eso Jesús nos la plantea como una meta. Aceptar mi mal de fondo es requisito para curarme. Y mi medicina es el amor de Jesús.



Pureza de corazón

El hombre ve las apariencias, pero Dios ve el corazón. La pureza –y particularmente la pureza absoluta– es un atributo divino. Nuestro corazón está contaminado por la mancha del pecado, y nos es precisa la continua rectificación para que nuestras obras valgan ante la presencia de Dios.



Purificar el corazón

Purgar es limpiar, es eliminar lo que perjudica al organismo. O se dice también que se purga la condena en una cárcel. Eso es el purgatorio: disponernos a entrar en el santo de los santos, y para eso nuestra pureza debe ser plena. La sexta bienaventuranza lo recuerda: solo los limpios de corazón ven a Dios: revisarla en tres ámbitos: el de la caridad, el de la sensualidad y el de la pureza de la fe.