Humanidad Santísima



Contempla las llagas de Cristo

Miren mis manos y mis pies… es la tarjeta de identidad de Jesús. Los asombrados apóstoles ven esas manos y esos pies perforados por las llagas. Una llaga no es igual que una herida; esta se cierra, cicatriza y tiempo después, desaparece. La llaga permaneces abierta. Así ha querido Jesús permanecer por toda la eternidad. Nos invita a un modo místico de oración en el que abandonemos lo extrínseco y formal, por el trato contemplativo y de contacto.



Encuéntralo en todo

La Humanidad Santísima de Cristo es el medio por el que Dios nos salva. Inseparablemente unida a la Persona del Verbo, la gracia fluye a través de su Realidad sensible. Tocar, hablar, oír, hacer lodo con su saliva, imponer sus Manos… encuéntralo en los sacramentos, en la oración, en la naturaleza, en el dolor, en las demás personas… habitúate, enamórate.



Trato profundo y recogido

La Palabra de Dios –es decir, el Verbo– es una Palabra viva y eficaz, que penetra hasta las junturas y los tuétanos. Así debemos conseguir que sea nuestro trato con Jesús: personal, íntimo y recogido. Entonces viviremos firmemente asentados en una unión con Él, sin el riesgo de una vida interior superficial, aunque recemos.