Apostolado



Obreros en la viña del Señor

Agradecer a Jesús sus parábolas, que nos hacen más asequible la comprensión del Reino. Algunas, como la de los trabajadores de la viña a los que les paga igual no obstante que no todos trabajaron el mismo tiempo, nos hacen ver el gran deseo de Dios de que todos reciban el denario, es decir, la vida eterna. Los de la hora undécima no tuvieron la culpa de estar ociosos: es que nadie los llamó. Evitemos, en lo que esté de nuestra parte, que nadie se quede a medias, en vía muerta.



Conocer a Cristo para darlo a conocer

“A quien me reconozca abiertamente delante de los hombres, Yo lo reconoceré abiertamente ante mi Padre celestial”. Y para re-conocerlo, antes es preciso conocerlo. Porque se trata de remover los corazones para hacerlos capaces de buscar, encontrar, seguir, amar, permanecer en y con Cristo. Tarea delicadísima, superior a nuestras fuerzas.



Salvar almas: deseo de Jesús y nuestro.

Dolor de Jesús ante el rechazo de su predicación: ¡Ay de ti, Corazaín, ay de ti Betsaida! Meditemos si nuestros deseos de salvación coinciden con ese dolor de Jesús por la cerrazón de los hombres. ¿La clave para cualquier tarea apostólica? Llenarnos de la Persona del Señor, tener sus sentimientos a base de una continua vida de oración.