Maternidad



1 de enero

Madre de Dios

La Oración sobre las Ofrendas de la Solemnidad habla de gozarnos, con María, no solo de las primicias de su gracia, sino también de su plenitud. Las primicias, la Inmaculada. La plenitud, la maternidad. Con ella, Nuestra Señora es elevada hasta los linderos de la Unión Hipostática. Alabemos a Dios por haber querido que una de nuestra misma estirpe tuviera tal dignidad. Nos ubicamos en lo que somos: seres llamados a la divinización.



1 de enero

Esperanza nuestra en el año nuevo

Maternidad divina de María… ¿habría mejor modo de comenzar el año? Este dogma supera nuestra capacidad de comprensión, pero nos lleva a asegurar la excelsitud de María. La llamamos con los más bellos títulos, y su inefable belleza nos lleva a llenarnos de la seguridad de alcanzar una santidad muy alta.



1 de enero

Madre de Dios y de los hombres

El primer día del año se conmemora la maternidad divina. Un dogma muy profundo, que excede nuestra capacidad racional. Pero además de las profundas razones teológicas, podemos imaginar que el Verbo, al hacerse hombre, no quiso dejar de tener una madre. Porque la necesitamos para nuestro caminar sobrenatural, incluso más de lo que necesitamos a nuestra madre de la tierra.