Contrición




Contrición, Confesión

La parábola del fariseo y del publicano nos recuerda una verdad: somos pecadores, y reconocerlo nos sitúa en la verdad y en el camino de la gracia: ¡nos justifica! Reconocer nuestro pecado es liberador, descargándonos de pesos inútiles. Ejercitarnos a través de la confesión clara, contrita, concisa y completa.



Reconocerse pecador

El rechazo de la invitación a la unión de amor es el pecado. Vemos su gravedad, por un lado, en la Pasión del Hijo de Dios y, por otro, en la incontable cantidad de sufrimiento físico y moral que hay en el mundo. Pero la humanidad hace tiempo que perdió la conciencia de pecado. Afinar nosotros, y actualizar la contrición.



Convertirse es ir a Jesús

“Un corazón contrito y humillado Tú no lo desprecias”, reza el Salmo 50. La santificación se entreteje de muchas conversiones. En cada instante puedo hacerlo, en cada instante puedo “ir a Dios”. Y eso indica la continua asistencia de la gracia, pues yo no podría hacerlo sin una acción preveniente de Dios.