Confesión


Cordero de Dios: en la Confesión nos perdona los pecados.

Juan Bautista llama a Jesús: Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo. Es la especialidad de Jesús, el perdonar. Vino a buscar a los pecadores, y por eso nos sentimos muy agradecidos, porque lo somos. Y estamos muy agradecidos por ese medio instituido por Él: la Confesión sacramental. Pensar si amamos ese sacramento, lo valoramos, tratamos de recibirlo sin rutina, con contrición y sinceridad.



Confesión: modos de mejorarla.

Cada vez que me acerco a Jesús, Él me salva. Y me sana, y me libera. Vino a eso, no a condenar al mundo. E instituye un sacramento tan maravilloso que debe causarme estupor y llenarme de paz. Confesarme es liberar mis pesos. Pero corremos el riesgo de la rutina, y perder de vista que, ante todo, vamos a pedirle a Jesús perdón de haberlo contristado, y no de haber fallado en nuestro autoperfeccionamiento.