Obediencia



Obedecer salva

El evangelio del miércoles de la semana XXX del tiempo ordinario nos presenta a Jesús advirtiendo que Él no reconocerá ante su Padre a algunos que convivieron con Él y lo vieron hacer milagros. Advirtamos nuestra condición de criaturas, que deben ante todo obedecer los distintos modos en que Dios, comenzando por la misma realidad.



Vivir inmerso en la obediencia

Las consecuencias del sí de María son pasmosas. ¡Cuánto depende de un sí! Pero ese sí procede de la escucha de Ella. María oye y entonces responde. Así ha de ser nuestra vida: oír, tener una vida traspasada por la escucha. Eso es ob-audire, obedecer. Obedecer es asunto de ontología, como la naturaleza inanimada lo hace. Porque es, al fin y al cabo, reconocer la supremacía de Dios.



Fe: escucha de José

Tres veces se apareció un ángel del Señor a José en sueños para indicarle lo que tenía que hacer. En ellas, el Santo Patriarca se manifestó fidelísimo. Obedece, pues la fe viene del oír, aunque se trate de un sentido menos posesivo que el de la vista. El oído implica humildad, pues nos abrimos a la escucha de otro, y supone también la actitud de apertura del corazón.