Santidad



Valorar las bienaventuranzas

El Rabí galileo no ha presentado aún su programa. Sigue predicando en las riberas del mar de Galilea… hasta que un día, se sube a un monte (desea elevar el espíritu de sus oyentes) y presenta la síntesis de su mensaje, en cuyo centro están las bienaventuranzas. Una joya no siempre apreciada, no siempre profundizada. Hagámoslo con más frecuencia, porque nos trae la felicidad terrena y celestial.



Santidad es orar

Repensar la decisión de nuestra vida, eso en que consiste el proyecto de Dios: la santidad. El sendero de la santidad es sendero de oración. En su homilía “Hacia la santidad”, san Josemaría quiso dejarnos la falsilla para que nosotros transitáramos por ese sendero ‘con nuestra propia letra’.



Enfoca bien la santidad

Ante la realidad del demonio hemos de cuidar el insidioso riesgo de la soberbia. Un posible peligro es la sutil vuelta sobre nosotros mismos al plantear la santidad en términos de auto perfección. La santidad es amor, es hacer las cosas “entre los dos”. El que se queda pensando en sí mismo se convierte en el peor enemigo de sí mismo.