Vida interior



Ser piadoso

“Mi alma tiene sed de Ti”, reza el salmo 64. Y el 41: “Como la cierva ansía las corrientes de agua, así mi alma te anhela a Ti, Dios mío”. ¿Tenemos esa sed y esa hambre? Porque si no, necesitamos quitarnos otros intereses. Para saciar nuestra sed están las normas, ejercicios de fe, esperanza y caridad.



Todo surge del corazón

Jesús nos advierte, con la condena a los fariseos, del riesgo del formalismo. Él ve el corazón, es decir, el punto de convergencia de la persona toda, el verdadero yo de cada uno. Y eso es lo que busca que le demos, proceso que viene descrito en el capítulo de Camino titulado, precisamente, “Corazón”.



Recógete hasta la séptima morada

Jesús no solo nos da ejemplo como el Gran Orante, sino que también nos da lecciones de cómo orar. Cuando vayas a orar, entra en tu aposento y cierra la puerta… (Mateo 6, 6). Santa Teresa compara nuestra alma con un castillo de muchas moradas, en cuyo centro está Dios. Transitar de una morada a otra va suponiendo el avance interior, hasta llegar a la plenitud de la unión transformante.