Mortificación



Espíritu de mortificación

A pesar de que no estamos en Cuaresma ni en Adviento, meditamos en el espíritu de mortificación. Porque es un presupuesto indispensable del amor, una constante del cristianismo. San Pablo explica que en el bautismo hemos sido sepultados. Y tendremos que seguir siéndolo siempre.



Perder el miedo a la mortificación

Jesús pone, como condición para su seguimiento, la negación personal. No es algo sencillo, pero sí resulta imprescindible. Lo difícil de la mortificación, decía el santo cura de Ars, es solo el primer paso. Habiéndonos decidido, todo se suaviza y, lo que es más importante, la vida interior experimenta un ascenso y se da fruto. Como el grano de trigo que muere.