Humildad



Señor, líbrame de mí.

Todo el que se humille como este niño, ese será el mayor en el Reino de los Cielos (Mateo 1, 10). ¿De dónde la importancia de la humildad? De la necesidad de espacio para amar. Por eso la presencia en nuestra vida de humillaciones, casi siempre procedentes de las relaciones interpersonales. Intentemos ver detrás una Providencia empeñada en ayudarnos al olvido propio. “¡Sea el Señor alabado, que me libró de mí!”, exclamaba, agradecida, santa Teresa.