Vida de oración



Continuo diálogo

Antes que con palabras, Jesús nos enseña con su ejemplo. “Se levantaba muy de mañana, cuando aún estaba oscuro, yéndose a lugares solitarios para orar”. Nuestra grandeza es ser interlocutores de Dios. Pero tenemos un riesgo casi imperceptible: el miedo al vacío, que buscamos llenar con imágenes y sonidos. El reto durará toda la vida.