Rey



Desea que Él reine

Los escribas venidos de Jerusalén –estudiosos de las cosas de Dios– profirieron la aberración superlativa: Jesús, decía, está poseído por el demonio. Confesemos nosotros nuestra fe en la divinidad de Cristo, haciendo que Él reine en nuestros corazones y en cada uno de los instantes de nuestra vida.