Ceniza, Desierto, Cuaresma

El símbolo de la ceniza, con el que hoy iniciamos la Cuaresma, nos recuerda la caducidad de la vida. Con ella reconocemos la primacía de nuestro Creador, y, además de recibirla sobre la cabeza, abrimos el corazón a este tiempo de gracia. La imagen del desierto nos recuerda no solo la soledad y el silencio, sino también el origen del monoteísmo: ahí solo se cuenta con Dios.