Pureza de corazón



La felicidad viene de un corazón limpio

Los hombres estamos hechos para la felicidad. Nadie, en su sano juicio, negaría que lo que anhela es eso: ser feliz. Jesús dijo que deberíamos tomar nuestra cruz para seguirlo, pero jamás dijo que nuestro destino era la infelicidad. Y nos dio las ocho fórmulas para conseguirla: las bienaventuranzas. Comencemos analizando la primera: la pobreza de corazón, que nos lleva a tener, ya desde aquí, el Reino de los cielos incoado.